Se puede decir que durante toda mi dulce y tierna infancia fui un niño ganador. Desde pequeño era señalado como “niño modelo”, por mi buen comportamiento y el cuidado de mi presencia, además de lo sociable que era con todo el mundo, siempre estaba peleando los primeros lugares en la enseñanza básica. Les llamaba la atención de sobremanera a las amigas de mi madre que fuera moderado en la mesa al momento de tomar bebida y de hecho siempre me decían que sería un “rompe corazones” cuando fuera grande.
No se que pasó, pero al llegar a grande todas las profecías fueron cumplidas negativamente y lejos de ser un rompecorazones mi personalidad fue decreciendo al punto de no ser capaz de decirle en 4 años a una chica que me gustaba. Me transformé en un perdedor crónico. Ya no peleaba los primeros lugares, luchaba por el “4,0” en cada materia. Cada vez que debía de enfrentar a un grupo nuevo, llámese amigos o compañeros de curso, me era imposible caer bien de entrada, digo, si entraba con personalidad era un patudo, “un florerito” y por el contrario si era tímido, entonces era un creído que miraba en menos a todo el mundo. Fue difícil, quizás por eso cuando en 1999 y con 22 años en el cuerpo nos cambiamos a la casa definitiva de mis padres, no hice amigos en el barrio.
Entonces me pongo a pensar en el momento en que mi suerte cambió negativamente y para siempre, el punto de inflexión donde pasé de ser “niño modelo” a perdedor crónico: ese momento fue 1990.
Era Marzo de 1990 y mientras en el congreso se presenciaba un momento histórico, el paso a la democracia tras ochorrocientos años de dictadura, yo asistía a mi nuevo colegio. Cualquiera pensaría que cambiarse de colegio en octavo básico era una tontería, por qué pasar el ultimo año en un colegio distinto a 25 cuadras de la casa, luego de 5 años en el colegio de la esquina? El hecho es que por esos años yo pertenecía a un conjunto folklórico infantil, y el director del conjunto era también el director de este nuevo colegio y el cambio supondría mayores licencias a la hora de salir de clases por asuntos del conjunto. De hecho recuerdo que la profesora de música me ponía “7”, sin mayores trámites sólo por pertenecer al conjunto.
Aquel año el profesor de religión se acercó a mi a principios de año y me comentó que durante Agosto se realizaba el concurso “los jóvenes caminan con cristo”, un clásico a esas alturas en la comuna, donde los estudiantes debían crear una canción y representar a sus colegios con ella.
A la semana de que me lo comentaran vino la inspiración y escribí. Se suponía que los que formábamos parte del grupo folklórico no podíamos participar en este certamen, se podía entender que el director del grupo podía estar involucrado en las letras de la canción. Igual participé, de hecho varios de los chicos del grupo lo hicieron. Llegó Agosto y presenté la canción, fue un éxito, gané el derecho a representar al colegio y recién ahí el director supo que yo escribía, di la sorpresa y hasta aquí mi racha de ganador seguía intacta.
Llegó el momento de participar y aquel día me topé con mi antigua profesora de religión, de mi colegio anterior. Me llevó a un lado y me increpó el no haber participado anteriormente de este certamen representándolos y es que sinceramente nunca me lo habían propuesto y si alguna vez me dijeron algo fue una semana antes del concurso, qué podía hacer alguien a esas alturas? En cambio en este nuevo colegio la propuesta fue anticipada y las letras salieron solas un día.
Para peor: dentro del jurado había una persona que podría reconocerme, que pondría en jaque el hecho de pertenecer al conjunto folklórico. Sin embargo mi canción fue seleccionada y pasé para el día siguiente, donde sería elegida la canción ganadora.
Sinceramente me sentí seguro, tenía la certeza de que la canción era buena, y la música pegajosa, tenía para ganar y todo el mundo me lo decía. Entonces puse ojo en las demás canciones y sólo una era tan buena como la mía.
Llegó el momento de elegir y la canción que le hacía el peso a la mía quedaba en segundo lugar, la verdad aquí me sentí ganador, me tiritaban las piernas y ya escuchaba mi nombre, de hecho al momento de dar la canción ganadora me estaba parando cuando escucho que no era yo, sino un colegio al que no le puse mucha atención, solo recuerdo que cantaban seis chicas.
Me paré y salí del local. En mi camino me pararon muchas personas a decirme que era un error, que mi canción merecía ganar. Lo único que pensaba era que uno de los jurados me reconoció y me descartaron pensando que a mis cortos 13 años no podría haber sido yo quien escribiese el texto del tema, bastante bueno por lo demás y no es que lo diga yo, me lo dijeron muchos mayores en aquella época. De hecho aún hoy me pregunto si la profesora de religión de mi antiguo colegio no estuvo involucrada en el asunto. Lo cierto es que meses después me topé en primero medio con una de las chicas ganadoras, ella me reconoció, se acercó y me dijo que tampoco ellas entendieron aquella vez cómo yo no había ganado. Por cierto que nos hicimos buenos amigos durante los cuatro años que cursamos la enseñanza media.
Ahora lo claro es que aquel incidente rompió para siempre mi racha ganadora, mi niñez se fue con aquella derrota y mi adolescencia se tiñó de una oscura sombra perdedora que ha de perseguirme por el resto de mis días… quien sabe, de haber ganado quizas hoy escribiría aún canciones... aún más, quizás sería estrella de "Rojo"............................... CUEK!!!
No se que pasó, pero al llegar a grande todas las profecías fueron cumplidas negativamente y lejos de ser un rompecorazones mi personalidad fue decreciendo al punto de no ser capaz de decirle en 4 años a una chica que me gustaba. Me transformé en un perdedor crónico. Ya no peleaba los primeros lugares, luchaba por el “4,0” en cada materia. Cada vez que debía de enfrentar a un grupo nuevo, llámese amigos o compañeros de curso, me era imposible caer bien de entrada, digo, si entraba con personalidad era un patudo, “un florerito” y por el contrario si era tímido, entonces era un creído que miraba en menos a todo el mundo. Fue difícil, quizás por eso cuando en 1999 y con 22 años en el cuerpo nos cambiamos a la casa definitiva de mis padres, no hice amigos en el barrio.
Entonces me pongo a pensar en el momento en que mi suerte cambió negativamente y para siempre, el punto de inflexión donde pasé de ser “niño modelo” a perdedor crónico: ese momento fue 1990.
Era Marzo de 1990 y mientras en el congreso se presenciaba un momento histórico, el paso a la democracia tras ochorrocientos años de dictadura, yo asistía a mi nuevo colegio. Cualquiera pensaría que cambiarse de colegio en octavo básico era una tontería, por qué pasar el ultimo año en un colegio distinto a 25 cuadras de la casa, luego de 5 años en el colegio de la esquina? El hecho es que por esos años yo pertenecía a un conjunto folklórico infantil, y el director del conjunto era también el director de este nuevo colegio y el cambio supondría mayores licencias a la hora de salir de clases por asuntos del conjunto. De hecho recuerdo que la profesora de música me ponía “7”, sin mayores trámites sólo por pertenecer al conjunto.
Aquel año el profesor de religión se acercó a mi a principios de año y me comentó que durante Agosto se realizaba el concurso “los jóvenes caminan con cristo”, un clásico a esas alturas en la comuna, donde los estudiantes debían crear una canción y representar a sus colegios con ella.
A la semana de que me lo comentaran vino la inspiración y escribí. Se suponía que los que formábamos parte del grupo folklórico no podíamos participar en este certamen, se podía entender que el director del grupo podía estar involucrado en las letras de la canción. Igual participé, de hecho varios de los chicos del grupo lo hicieron. Llegó Agosto y presenté la canción, fue un éxito, gané el derecho a representar al colegio y recién ahí el director supo que yo escribía, di la sorpresa y hasta aquí mi racha de ganador seguía intacta.
Llegó el momento de participar y aquel día me topé con mi antigua profesora de religión, de mi colegio anterior. Me llevó a un lado y me increpó el no haber participado anteriormente de este certamen representándolos y es que sinceramente nunca me lo habían propuesto y si alguna vez me dijeron algo fue una semana antes del concurso, qué podía hacer alguien a esas alturas? En cambio en este nuevo colegio la propuesta fue anticipada y las letras salieron solas un día.
Para peor: dentro del jurado había una persona que podría reconocerme, que pondría en jaque el hecho de pertenecer al conjunto folklórico. Sin embargo mi canción fue seleccionada y pasé para el día siguiente, donde sería elegida la canción ganadora.
Sinceramente me sentí seguro, tenía la certeza de que la canción era buena, y la música pegajosa, tenía para ganar y todo el mundo me lo decía. Entonces puse ojo en las demás canciones y sólo una era tan buena como la mía.
Llegó el momento de elegir y la canción que le hacía el peso a la mía quedaba en segundo lugar, la verdad aquí me sentí ganador, me tiritaban las piernas y ya escuchaba mi nombre, de hecho al momento de dar la canción ganadora me estaba parando cuando escucho que no era yo, sino un colegio al que no le puse mucha atención, solo recuerdo que cantaban seis chicas.
Me paré y salí del local. En mi camino me pararon muchas personas a decirme que era un error, que mi canción merecía ganar. Lo único que pensaba era que uno de los jurados me reconoció y me descartaron pensando que a mis cortos 13 años no podría haber sido yo quien escribiese el texto del tema, bastante bueno por lo demás y no es que lo diga yo, me lo dijeron muchos mayores en aquella época. De hecho aún hoy me pregunto si la profesora de religión de mi antiguo colegio no estuvo involucrada en el asunto. Lo cierto es que meses después me topé en primero medio con una de las chicas ganadoras, ella me reconoció, se acercó y me dijo que tampoco ellas entendieron aquella vez cómo yo no había ganado. Por cierto que nos hicimos buenos amigos durante los cuatro años que cursamos la enseñanza media.
Ahora lo claro es que aquel incidente rompió para siempre mi racha ganadora, mi niñez se fue con aquella derrota y mi adolescencia se tiñó de una oscura sombra perdedora que ha de perseguirme por el resto de mis días… quien sabe, de haber ganado quizas hoy escribiría aún canciones... aún más, quizás sería estrella de "Rojo"............................... CUEK!!!
2 comentarios:
querido Perdedor:
no creas que eres el único al que se le han caído las ilusiones... es más...la idea es no pensar que eres un "perdedor" y considerar que cada tropiezo es una manera de exigirte ser mejor.
Y como dice un amigo muy Sabio...El Resto es PAJA!!!
man!!
si hubieras participado en rojo... ahí serías un perdedor!!!
y además serias gay...
bueno, para eso te falta poco cris
jajaja
un abrazo
BANZAI!!
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