lunes, junio 22, 2009

EL TATA LUIS

Luis Montes tiene hoy 93 (según él y yo le creo) y a pesar de su avanzada edad, es impresionante lo lúcido que se mantiene, cómo tiene intactos sus recuerdos y lo bien que se le ve. El "tata" Luis es mi bisabuelo. Y mi madre y mi tía no quisieron dejar pasar esta ocasión en que se encontraba de honomástico, para reunirnos en familia con el "Tata" y de paso tomar unas fotos junto a mis hijos y mi sobrino. Mal que mal, fotos con un "Tatarabuelo" no se sacan todos los días!. Él hasta se tomó para la talla el hecho que era bueno tomar fotos porque quién sabe si mañana estará con nosotros.

(El Tata, Saby, Vicente, Cristóbal y yo)



Me llamó mucho la atención las cosas que me contaba, recuerdos de la casa en Maruri, de las vacaciones en Pichidegua, el viaje al vaticano para la beatificación del Padre Hurtado en 1996 y del aniversario numero tres del fallecimiento de su esposa. Todo muy vívido en su mente.

Su rutina hoy se basa principalmente en dormir, comer, caminar por la casa, ver las noticias y dormir finalmente, pero no siempre la cosa fue así.


Pero partamos por el principio. Luis Montes estuvo casado por una "tracalá" de años con Olga Araya, una mujer fuerte, madre de 5 mujeres (la mayor de las hijas sería mi abuela) y un varón. Mis primeros recuerdos son en la casa hogar para menores en riesgo social, en calle Maruri. Esta casa de acogida era dependiente del Hogar de Cristo y mis bisabuelos fueron uno de los primeros "papis" que se hicieron cargo de este tipo de casas. Ellos administraban los recursos y les daban educación a muchos niños y jóvenes que por su nivel de pobreza no tendrían la posibilidad de surgir. La gran mayoría se convirtió en gente de provecho, algunos hasta en microempresarios y otros se fueron lejos del país buscando oportunidades, pero casi todos han vuelto en algún momento a dar gracias por el amor y las herramientas entregadas y para recordar viejos tiempos.

Uno de esos "hijos postizos" años despues se casaría con una de las hijas de mi bisabuelo. Ese matrimonio aún persiste. El "tata" incluso me contaba que algunos de los "hijos" que tuvo en el hogar estuvieron en el estadio Chile para el '73 y le contaban a él cosas respecto de Victor Jara, cosas que yo sabía a modo de "mito urbano", pero que al parecer fueron realidad.

Mi madre es la nieta mayor, luego mi tía y de ahí para abajo casi todos los nietos estuvieron unos años más arriba que yo o de cuajo más abajo, incluso algunos de ellos hoy tienen 6 años. Yo nací casi al mismo tiempo que uno de los nietos de don Luis, por ende muchos de mis primeros cumpleaños los celebramos juntos, en el hogar de Maruri. Y eso era un suceso que los niños del hogar tambien disfrutaban en una gran once y luego jugábamos todos juntos, revueltos, sin diferencias sociales ni familiares. Esos cumpleaños eran "de pucha madre!".

Me contó de las competencias deportivas entre los distintos hogares de Santiago, de cómo preparó a los muchachos y de cómo ganaron ese año todos los trofeos, todas las competencias que se hicieron y de cómo discutían y reclamaban por ello los demás hogares.

Me contó de la seguridad en el hogar, que cada cierto tiempo preparaban operaciones "Daisy" en caso de alguna catástrofe y de cómo en una ocasión tuvieron que ponerlo en práctica cuando llegó un chico al hogar con tendencia pirómana que casi quemó el gimnasio y parte del hogar. Que luego los diarios de la época dijeron que hubo caos y tuvieron que desmentirlos porque eso no fue tal.

Me contó sobre el terremoto de Marzo de 1985, que los pilló vacacionando con todos los niños del hogar en Pichidegua, de cómo otra vez aplicaron el plan "Daisy", pero por poco y no fue suficiente, casi perdieron chicos aquella ocasión. De milagro encontraron a los que faltaban debajo de escombros y literas.

Me contó tambien que fue ese episodio, los nervios de aquella catástrofe lo que los hizo dejar el hogar, jubilarse, que la institución "Hogar de Cristo" trató de convencerlos pero los nervios fueron más. Sacando cuentas, para ese año mis bisabuelos tenían cerca de 70 años cada uno. El hogar se puso con una casa para los viejos, para que pasaran sus ultimos años.

La casa de "Kiruna" es en la que vive hoy. Sólo. Pero también fue ahí donde nos juntábamos la familia, en torno a los abuelos. No fueron pocas las ocasiones en que acompañé a mi abuela a verlos y era entrete, porque mi bisabuela siempre me regalaba monedas para ir a jugar a los videojuegos. Pero tambien tenía su lado fome y es que al ser muchos los hijos, con distintas edades y status sociales, siempre habían diferencias, peleas y hasta terminaban llorando cuando ibamos de visitas. Aquello terminó desgastando a la larga nuestras visitas.

En "Kiruna" nos juntámos a rezar y llorar cuando en 1987 mi prima (en aquel tiempo de 10 años y mayor que yo por menos de un mes) murió en Ecuador, dónde residía desde el '85. También tuvimos que juntarnos allí en 1994 cuando su hermano (de 18 años y mayor que yo por 1 año y medio) murió también en el Ecuador.

Luis Montes y los 'Tataranietos': Benjamín, Cristóbal y Vicente.




El mayor dolor (a mi parecer) del "Tata" Luis creo que debe haber sido el tener que enterrar en Diciembre de 1995 a mi abuela, su hija mayor, producto de un cancer con el que estuvo luchando por más de 10 años y que la tenía consumida a sus 59 años, como si tuviera 80. Luego vió morir a Pablo, su nieto regalón, quién falleció en el 2000 con 18 años en un accidente aereo un 18 de Septiembre. Algunos años despues (la verdad hoy no recuerdo la fecha) tuvo que enterrar a la segunda de sus hijas, tambien aquejada por el cancer. Hace tres años acompañó por última vez hasta el cementerio a su mujer y eso aún lo tiene en su memoria.

Me contó que su mayor alegría fue ir a la beatificación del Padre Hurtado en 1996. Fueron ambos invitados por el Hogar de Cristo, todos los gastos pagados. Una experiencia increíble. Ahí le conté yo un hecho que para él era inédito: Un chico del Hogar "Chiloé" fue seleccionado en aquella ocasión para ir al vaticano, incluso fue portada de muchos diarios por haber sido tocado por el papa Juan Pablo II. Ese chico se sacó una foto con mis bisabuelos en una plaza y luego el destino quiso que fuéramos compañeros de trabajo años después. Conversando en una ocasión me mostró la foto, quedé impactado. Mi "Tata" no recuerda ese hecho en particular, pero yo vi la foto, se que fue de esa manera.

La última vez que pisé la casa de "Kiruna" fué el 2000, para un homenaje que hicieron los amigos de Pablo en su memoria. Casi diez años después volví y esta visita se convirtió en un recuerdo imborrable. Verlo contento, sentirse querido, observar a los niños corriendo por la casa y la conversación a la hora de la once es algo que agradeció luego con lágrimas al momento de las despedidas.

"Son 93 años y siento que ha sido tan corta al final de cuentas. Pero agradecido de la vida que me tocó, es muy linda la vida" fueron sus palabras al final de la jornada.

Luis Montes y sus nietas, bisnietos y tataranietos.
Además mi papá y mi 'pior es na'.




Este es un largo post, pero pequeño para resumir todo lo que el "Tata" Luis ha hecho, lo que representa y lo que significa para la familia, para una parte de la institución "Hogar de Cristo" y las personas que ayudó a formar. Un pequeño homenaje para un hombre que dió tanto y hoy vive en silencio lo que le resta de vida y que sólo Dios sabe cuando se corta la cuerda.



"Agradecimientos a mi hermanita, que aunque arrugó con la visita, al menos 'emprestó' la camarita amiga"

miércoles, junio 17, 2009

LA APUESTA

No volaba una mosca por el vecindario. Camila y Ramiro estaban sentados en el pasillo del edificio esperando que algo entretenido pasara. Era una noche tibia, de un verano cualquiera y ya eran cerca de las 22:00 hrs.


Pasear por el barrio no era el panorama más entretenido aquella tarde noche. La escasa luz del edificio no llegaba hasta el rincón estratégico desde el que ambos miraban pasar en completo anonimato al resto de los vecinos.



-Te apuesto a que el próximo auto que pasa es azul!- Dijo Ramiro de repente.

Camila lo quedó mirando mientras salía del aburrimiento que la mantenía en trance.

-Ya!- respondió ella –Te apuesto a que es rojo!-
-Ya po’h!- asintió él -¿y qué apostamos?-

Camila se quedó pensando un momento.

-Un loly, de los cabezones!- dijo ella.

Ramiro buscó en sus bolsillos unas monedas, luego las contó.

-Ok, que sea un loly entonces!- exclamó Ramiro finalmente.


Volvieron pues la vista hacia la calle, esperando por el siguiente auto que por allí debía de pasar. A los 13 años la televisión a la hora de las noticias no revestía mayor entretención y mejor panorama no podrían inventar si todos sus amigos se encontraban de vacaciones fuera de la ciudad.

-Mira!- exclama Ramiro después de tres minutos de silencio –Allá va el Juan, ¿Lo llamamos?-
-No!- replica Camila –Es muy nerd! Nos va a tener dando la lata con sus historias de manga hasta quizás qué hora!-
-Si po’h!- Responde él -tenís razón... fomes sus historias de manga en verdad!-
-Si po'h!, super fomes!- remata Camila.

Vuelven la mirada hacia la calle y prosiguen su vigilancia. Después de cinco minutos de espera Camila comienza a jugar con sus labios: pasa su lengua sobre ellos, los humedece y luego los hace sonar. Ramiro queda intrigado con el jueguito.

-¿Qué haces?- le pregunta.
-Nada- responde ella –Estoy probando mi nuevo labial con sabor chocolate-

Ramiro le queda mirando.

-¿Sabor chocolate? ¿Y desde cuándo te pones esas cosas en la boca ‘agrandá’?-
-Desde que mi mami me lo regaló el otro día po’h!- le responde Camila.
-Naaa! Puras leseras no mas!-
-Oye, si es rico!- le responde Camila -¿Querís probar?-

Un dejo de picardía rondaba en las palabras de Camila, picardía que Ramiro captó al cabo de unos 10 segundos. Se puso rojo como tomate y hasta un poco molesto por la propuesta de Camila. Volvió la vista hacia la calle sin dar una respuesta, esperando por el auto que debía de pasar en cualquier momento.

En los caminos del amor Camila ya tenía cierta experiencia: hace tres meses había pololeado por dos semanas con un compañero de curso, pero luego se aburrió. Ramiro por su parte aún no experimentaba sensaciones parecidas.

-Ahí viene un auto!- exclamó Camila después de unos minutos.

Ambos se pararon del peldaño de la escalera que ocupaban como asientos y aguardaron por el vehículo. Era gris. Se miraron sin entender nada. Luego se sentaron.

De pronto Ramiro comenzó a reír.


-¿Y qué te causa tanta gracia pajarón?- pregunta Camila.
-¡jaja!- replica Ramiro -¡Es que más lo que esperamos y ninguno de los dos ganó la apuesta po’h! ¡jajaja!-

Camila se quedó mirándolo tratando de entender su inesperada reacción. Luego comenzó a reír también.

Cuando terminaron con la risa siguieron mirando la nada desde las escaleras del edificio.


-¿Y ahora qué?- pregunta Camila -¡Yo quiero el loly pop!-
-Hagamos otra apuesta entonces!- responde Ramiro.
-¿Sobre qué?- dice Camila.
-No se po’h!- exclama Ramiro –Pensemos!-

Camila gustaba de ganar las apuestas y a su favor jugaba el hecho de que Ramiro era conocido como 'corto de genio', entonces pensó en algo que él no sería capaz de hacer.

-Ok, tengo una apuesta- Dijo Camila –Pero esta es por un chupete helado-

Ramiro volvió a buscar las monedas en su bolsillo y a contar.

-Está bien, pero que sean de agua porque no tengo más!-
-Ya po’h- respondió ella –Te apuesto a que no eres capaz de probar mi labial chocolate!-

Ramiro al escuchar la propuesta se echó para atrás y se puso rojo tomate una vez más.

-De qué hablas? Un beso?- exclamó él.
-Si po’h, no que eres tan machito?- dijo Camila con tono picarón.

Ramiro puso cara de confusión. Ella era su amiga y no despertaba en él intenciones de otro tipo. Para Camila esto no era más que un juego que esperaba ganar, la idea de que Ramiro completara la apuesta no estaba entre sus posibilidades.

-No me torees Camila, por una apuesta soy ‘capi’- respondió Ramiro.
-Ya po’h, aquí te estoy esperando- respondió con aire juguetón y gran seguridad mientras estiraba sus labios y cerraba sus ojos.

Ramiro, un tanto ofuscado por el desafío impuesto no lo pensó mucho y tan rápido como pudo se acercó a Camila, le sacó un beso en un segundo y se retiró a su puesto. Camila en tanto tan pronto se retiró Ramiro abrió sus ojos poniendo cara de sorpresa. Realmente no esperaba que su amigo fuera capaz de cumplir la apuesta.

-¡Tonto!- exclamo Camila mientras enrojecía -¡No teníay que darme el beso!-
-¿Cómo?- replicó Ramiro enrojeciendo una vez más -¿Entonces pa’ qué hiciste la apuesta?-
-Porque se suponía que yo tenía que ganar!-

Con tamaña respuesta a Ramiro no le quedó otra que ponerse a reír mientras Camila lo miraba enrabiada. Un auto rojo pasó enfrente de ellos sin que ninguno se diera cuenta de aquello.

-Igual gusto a poco tu labial chocolate- dijo Ramiro con tono burlesco. Ahora la sartén la tenía por el mango para molestar a Camila a su voluntad.
-De pavo no más po’h!- respondió picada Camila –Nadie puede saborear el chocolate en un segundo!-

Eso le dio a Ramiro una idea. Acababa de experimentar lo pudorosa que era Camila con los besos, no se atrevería ella a dar el siguiente paso.

-Oye, te voy a dar la opción de ganar la apuesta!- propuso Ramiro.
-Nada de cochinadas oye!- respondió ella –No te pongay patudo!-
-No, no, no, nada de eso- exclamó Ramiro –Pero esta apuesta es por un chocolito!-


Camila lo quedó mirando mientras pensaba. Ya el bochorno del beso quedaba atrás. El tono lúdico que estaba tomando el juego le estaba pareciendo entretenido. ¿Qué podía ser peor que un beso robado a estas alturas?.


-Ya po’h- respondió finalmente Camila –Que sea por un chocolito entonces!-
-Ya!- exclamó Ramiro –Te apuesto a que no eres capaz de darme un beso de chocolate por diez segundos!-


Camila lo pensó un momento. La escasa afluencia de pasantes a esas horas, sumado a la poca luz del pasillo del edificio estaban siendo cómplices de esta travesura.


-¡Erís bien cochino tú!- exclama Camila –Pero ni pienses que será con lengua!-
-¡No seay chancha Camila!- replica Ramiro -¿Cómo se te ocurre esa tontera?-
–¡Si querís un beso mío por qué no me lo pides y ya?!-
-¡Hey! No te pasís rollos, si no quiero un beso tuyo, sólo quiero un chocolito!- responde Ramiro un tanto ofendido –No me vengas con cuestiones raras Camila, se que no tienes las agallas para ganar esta apuesta… ‘se te hace’- dijo mientras gesticulaba con las manos.

Aquella actitud fue una bofetada al orgullo de Camila y nadie insultaba sus agallas y quedaba impune. Así pues tomó por sorpresa a Ramiro, le sujetó la cabeza con ambas manos y le plantó un beso. Ramiro comenzó a aletear, siquiera había tomado un poco de aire antes de esto. Por su parte Camila comenzó a contar mentalmente mientras refregaba con fuerza sus labios contra los de Ramiro. Poco a poco él dejó de armar alharaca y comenzó a saborear el delicioso chocolate de los labios de Camila. Un auto azul pasó por delante de ellos. Instintivamente la lengua de Camila alcanzó a rozar sutilmente la de Ramiro, instante preciso en que ella se alejó mientras él quedó en trance con la boca estirada.

-Quince!- exclamó Camila.

Ramiro despertó. Se sonrojó. Luego se ordenó el pelo. Miró para todos lados por si alguien los había visto mientras saboreaba sus labios.

-E… eran diez no más…- dijo Ramiro aún enrojecido.

Camila se sonrojó al escuchar esto y no dijo nada.


-Rico en verdad el labial- dijo Ramiro después de un minuto, un tanto nervioso aún por la incómoda situación.
-Si po’h, yo te dije- responde Camila, como tratando de bajarle el perfil al asunto.
-Si po’h, me dijiste-

Ramiro tomó aire mientras seguía saboreando el chocolate que quedaba en su boca. Aún confundido y un tanto abochornado se puso de pié mientras se limpiaba con la manga lo que quedaba del labial.

-¿Adónde vas?- preguntó Camila.

Ramiro volvió a tomar aire y finalmente exclamó:

-A pedirle plata a mi mamá pa’ los chocolitos-




lunes, junio 15, 2009

NO SOY JACK BAUER

Para un "tevito" como yo, ver cada Lunes las peripecias de Jack Bauer, lo frio, como se adapta a cada situación para sacar ventaja y salvar a EEUU de algun inminente ataque terrorista, me saca de mi cotidiana realidad y me entretiene pensando qué sucederá después, cómo terminará la historia.

Hace algunas semanas Jack Bauer, intentando detener el ingreso al país de un arma biológica, estuvo expuesto a ella. Ahora está condenado a morir, porque no tiene cura salvo un extraño transplante de celulas madres con su hija que se rehúsa a realizar.

Por mi parte, el Lunes pasado amanecí con fiebre y tos y no fui capaz de levantarme a trabajar. ¿Qué tiene que ver Jack Bauer en todo esto? Bueno, lo explicaré más adelante.

Fui a médico, me recomendó unas friegas con el carné (jajaja... broma) mucha agua, paracetamol, descongestionantes y mucho reposo. Al parecer no había cura para mi enfermedad, salvo esperar. Pero sucedía que las imposiciones del trabajo no estaban hechas y el día miércoles vencía el plazo para pagarlas. Emulé entonces a Jack Bauer, que con el virus destruyéndolo por dentro sigue luchando contra el terrorismo, aplicándose unas inyecciones que mitigan el dolor. Me levanté cerca de las 10:00 hrs. el día Martes, a paso lento y con el "estado gripal" en su 'peak', desayuné y me fui al trabajo.

El viaje a Santiago me mató, llegué apenas, con la congestión nasal y una cara de muerto que no me la podía. Le dije a mi jefa: "haré lo que tenga que hacer y luego me voy. Oficialmente no estoy aquí, no me pasen llamadas". Ya eran las 12:30 hrs. para ese entonces.

Prendí el computador y la pantalla me estaba haciendo pebre la vista, sin embargo seguí, si Jack es capaz de desarmar a una organización como Starwoock, entonces yo podría cargar la lista de trabajadores a previred antes de desfallecer.

No voy a negar que internamente tuve episodios críticos, que me los comí para que no dar pena, pero me sentía fatal, con fiebre.


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Foto 'Homo-gay' emulando a Jack Bauer, pero más parecida a Lara Croft ahora que la miro bien...






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Finalmente terminé la carga a eso de las 16:00 hrs. y aproveché de hacer impuestos para el viernes y anticipos para el Lunes, así tendría el Jueves y Viernes para dedicarlos a otras cosas, siempre pensando que el Jueves estaría de vuelta en mi puesto de trabajo.

Me fui a casa a las 17:30 hrs. y el camino fue fatal, llegué con 40° de fiebre y estuve hasta las 01:00 hrs. tratando de bajarme la fiebre con compresas frias por todo el cuerpo, buscando el lado helado de la cama para bajar mi temperatura corporal. Ardía, literalmente hablando. Todo aquel esfuerzo de ir al trabajo seguramente condicionó que no pudiera superar la gripe el miercoles como debía y tuve que tomar otra licencia por el jueves y viernes. Lo bueno es que las urgencias las había dejado listas el Martes.

En cierta medida mi vida si puede tomarse como una serie de aventuras, todo depende del cristal con que uno mire las cosas, porque si no me hubiese sacrificado el Martes, habría quedado la escoba en la empresa, con imposiciones no pagadas, ni impuestos, ni nada. Salvé el día y nadie lo notó, como le pasa a Jack cada vez que salva a EEUU de un ataque terrorista. Nadie se entera y hasta cuestionan que aquel peligro realmente existiera.



No soy Jack Bauer, eso es claro, pero de que estoy cerca, lo estoy.