En una época normal, las personas comunes y corrientes como yo vamos por la vida ensimismados con nuestros propios problemas, ajenos a lo que sucede alrededor. Este hecho se acrecienta aún más cuando vamos en la locomoción colectiva, ya sea de ida o vuelta de nuestro trabajo o instituto educacional.
Ahora bien, mi caso no es distinto al de los demás, salvo por el hecho de que por estar viviendo el periodo de la dulce espera con Cristóbal, ando pendiente de cuánta embarazada se sube al bus o al metro. Ayer, de camino a casa para celebrar los 5 años de Vicente sucedió un hecho relacionado.
Resulta que, al subir al metro, me puse en el medio del carro (era de los oruga) que generalmente va vacío porque la mayoría prefiere agolparse en las puertas. Entonces, al mirar a mi alrededor noté que en la puerta a mi izquierda venía de pié una mujer joven, con un grado de embarazo bordeando los 8 meses. Justo en el sector en que ella se subió no habían asientos, sólo espacio para ir de pié.
Luego miré a mi derecha (yo iba de pié) y tenía una señora de unos 45 años cabeceando, a su lado una joven de unos 20 años conversando con otras amigas, luego al frente un hombre de unos 50 años que también venía cabeceando y a su lado una señora.
Esperé un momento que alguien atinara a ofrecer el asiento, pero la mujer estaba muy lejos como para que se dieran cuenta que venía allí, mal que mal entre tanta gente uno tiende a ver sólo cabezas.
Aquí es dónde me puse a analizar la situación, qué hacía? Me hacía el loco y no decía nada o me vestía de superhéroe y buscaba la forma de hacer notar que había un mujer embarazada en el carro?
Generalmente y como lo comento al principio, todo el mundo viene pensando en sus asuntos o leyendo algo o pensando en la inmortalidad de cangrejo, pero no miran alrededor buscando embarazadas o personas de la tercera edad o minusválidos, seamos concretos, no es mala intención en la mayoría de los casos de no ceder el asiento, sino que uno no viene pendiente.
Y de pronto me dije que si yo no hacía algo, no lo haría nadie más, porque a nadie le importaba en aquel carro lo que pasaba. Analicé las posibilidades y era o la chica joven o el caballero que venía cabeceando.
Soy de aquellos que para evitar problemas con la típica vieja pesada, cuando subo a un medio de transporte no corro a ganar asientos y cuando tengo la opción de sentarme en el bus evito hacerlo en los primeros, porque uno no tiene la obligación de estar pendiente, pero no falta la vieja que, sentada en el asiento para embarazadas, mira alrededor, se para enojada y sede el asiento y acto seguido le habla a la chica subiéndole el volumen al megáfono y dice:
”Es impresionante ver que ya no existan caballeros oiga! Si a mí me pasaba lo mismo cuando estaba embarazada!”
O la otra, como justamente pasó esta mañana en el carro del metro cuando venía de camino al trabajo pensando en este post, que otra persona pega el grito:
”ALGUIEN QUE LE DE EL ASIENTO A LA SEÑORA CON GUAGUA POR FAVOR!!!!”
Que puede derivar cuando lo dice un hombre en:
”ALGUN ‘AMABLE’ QUE LE DE EL ASIENTO A LA SEÑORA CON GUAGUA!!!!”
Lo curioso es ese enojo de parte de las mujeres cuando no son ellas las afectadas, porque hasta hoy no he visto a una embarazada que pida el asiento, sino que se suben y miran para todos lados pero no hablan, entonces otra persona habla por ella pero en un tono poco amable, como si fuera obligación andar pendiente (sé que suena repetitivo esto, pero es así, o no?)
Volviendo al caso de ayer, estaba dilucidando si debía hablar con la chica y arriesgarme a que me dijera que no o que de ceder el asiento hicieran un comentario parecido a los que expuse y todo el mundo mirara con cara de “Llévenlo a la horca” al caballero por no haberse parado él antes. Entonces sucedió que la chica se levantó y le cedió el asiento a una señora de unos 50 años que venía al lado de ella. No me quedaba otra que decirle al tipo enfrente de mi.
Busqué las palabras apropiadas e hilvané la oración de manera que el tipo no sintiera que lo estaba enjuiciando, sino que simplemente le iba a hacer notar que venía una mujer embarazada en el carro y si podía cederle el asiento, que no fuera de mala forma, porque me dí cuenta que el tipo era un trabajador común y corriente, que probablemente venía de la construcción por lo sucio de sus zapatos, pero se notaba que era un hombre de familia con educación, en resumidas cuentas se parecía mucho a mi padre en su forma de ser. Al menos esa era mi impresión.
Entre que se subió la chica y me decidí a hablar con el hombre pasaron al menos estación y media, entonces, entre los cabeceos de él, atinó a abrir los ojos y justo antes de que terminara de cerrarlos y volver a su trance, dí dos pasos, le toque el hombre y me agaché para decirle al oído:
”Disculpe que lo moleste señor, pero por ahí (le señalé hacia donde la mujer) está una señora embarazada, podría ser usted tan amable de cederle el asiento?”
Quise ser discreto en esto, para que nadie más se diera cuenta del hecho, cosa que si el tipo no accedía el tema quedara entre nosotros dos.
En medio de la impresión del hombre por mi atrevimiento, rápidamente atinó a decirme ”Si, si! Por supuesto!” y comenzó a buscar a la chica. Como ví que en esa fracción de segundos no la encontraba porque otra persona le tapaba la visual y además aún estaba un tanto dormido, rápidamente le hablé yo a ella y le hice señas que había un asiento disponible para ella.
Luego me devolví y como para coronar este acto de humanismo, me dirigí hacia el caballero y le dije: ”Gracias!” mientras le sonreí nerviosamente (esto ultimo por la situación, porque no estoy acostumbrado a meterme en este tipo de tetes)
Esa ultima acción al parecer no le cayó bien al tipo que me devolvió una mirada un tanto extraña.
Entonces me puse a filosofar dónde me había equivocado si no hubo intención de molestar al señor. Y luego sumé dos más dos, ya que yo iba de terno y corbata, palabras excesivamente amables y además el hecho de que por presencia caigo mal en todas partes (cualquiera que me haya visto tres veces seguidas sin cruzar palabra conmigo puede dar fe de aquello).
Cresta! Y entonces qué debía decir para que él no lo tomara mal??? Y luego deduje que efectivamente esa era la frase que faltaba. Justo antes de pedirle el asiento debí adosar un “No vaya a tomar mal lo que le voy a decir pero…”.
Justamente ayer le comenté esto a mi madre que estaba en casa tomando once con mi señora celebrando el cumpleaños de Vicente y ella, en su condición de “cajera de Servipag” está expuesta todos los días a las palabras poco amables de quienes van a pagar cuentas y por A, B o C motivos no concretan su meta, desquitándose con ella, sobretodo tipos bien vestidos que son prepotentes porque piensan que el traje les dá el poder de ningunear a las personas. Creo que el hecho de que mi madre trabaje en “atención al cliente” y que mi señora haya sido cajera de supermercado (que es la misma cosa que lo que hace mi madre) me ponen los pies sobre la tierra y evitan que yo sea uno más de esos pobres diablos que piensan que pueden palabrear a los demás sólo porque ellos no le pueden responder porque las políticas de “atención a clientes” lo impiden y pueden perder por ello su empleo.
En una empresa pequeña, si alguien acusa a un empleado sobre algo, no consigue mucho porque generalmente el dueño de la empresa conoce bien a su gente y termina creyéndole a su empleado que el cliente exagera la situación, pero en una empresa grande como Servipag, dónde tienen miles de empleados, si uno de ellos es acusado de algo, por lo general terminan despidiendolo sin derecho a defensa. Sin ir más lejos mi madre me contaba que hace no mucho a un tipo ella le dio mal un vuelto al dar vuelta unos numeros y le quedó debiendo $9.000.- Él no se dio cuenta en el acto, sino que al rato volvió a reclamar, entonces mi madre le dijo que la única forma de revisar si efectivamente le había dado mal el vuelto era cerrar la caja y hacer un arqueo, pero en ese momento no estaba la jefa para hacerlo, que le diera su numero telefónico y ella al hacer el arqueo le llamaría para informarle si era efectivo o no lo que decía y devolverle la plata si era así, pero él no quedó contento y llamó a Carabineros… por $9.000!!!! Por otro lado yo le decía a mamá que también debía colocarse en la otra vereda, no tenía por qué el tipo confiar que ella era una persona honesta, que bien podría pensar que existiendo la diferencia ella podría llevarse las lucas al bolsillo y hacerse la loca, si hay de todo en la viña del señor!
Bueno, me fui a otro tema, lo concreto es que ayer hice mi “buena acción del día”, guardé para otra ocasión la frase correcta por si necesito volver a ocuparla y aseguré un pedacito de cielo para la eternidad… si po’h, si ya nadie hace las cosas taaaaaan desinteresadamente hoy en día!