Ayer fue uno de esos días en que no debí salir de mi cama. Ya el sólo hecho de levantarme tan temprano me tenía medio ‘choreado’. Luego, el ritual de todos los días: La ducha, ponerse la ropa, afeitarse, lavarse los dientes, peinarse y al auto para ir a dejar a Vicente al jardín. Pero en este último paso comenzaron los problemas.
Producto de un problema en las cañerías de la casa contigua al jardín infantil, este último se inundó y cuando llegamos a dejar a Vicente nos enteramos de todo. Resultado, Vicente ni ningún otro infante podría ser recibido aquel día.
Mi padre estaba unas casas más allá sacando su auto, en estricto rigor yo dejaría mi auto en su casa y él nos dejaría en el metro más cercano.
Qué hacíamos? Saby no podía faltar al trabajo, tenía cosas importantes pendientes que realizar. Decidió entonces llevarlo al trabajo, terminaría sus urgencias y volvería a casa al mediodía. Pero… sacrificar al niño a esas horas de la mañana en ‘Tran-Santiago’? Nika! Entonces lo obvio era ir al trabajo en auto, cosa que no había hecho en mi nuevo puesto.
Desde Diciembre estoy trabajando cerca de la rotonda Perez-Zukovic, pero nunca anduve por estos barrios anteriormente, no sabía cómo llegar, dónde estacionar.
Dejé a mi señora e hijo a las 8:30 hrs. en su trabajo, en el centro y de ahí tenía media hora para llegar a mi trabajo. Hice lo que suponía sería lo mas corto: Tomé la autopista central hacia el norte y luego la Costanera Norte. Craso error.
Si existen en la capital 189 tacos, me metí en todos esos. Eran las 9:00 hrs y yo estaba en Santa María con Pedro de Valdivia en un taco enorme, llamé al trabajo y advertí de mi situación. Traté de salir por una calle local y terminé en otra que venía en dirección poniente… y yo iba al oriente. PLOP!
Bajé, ya medio enojado, me metí en otro taco para tomar calle suecia. Luego de media hora salí y tomé Providencia hacia el oriente. Debía tomar en algún lado Vitacura, pero llegué hasta la municipalidad de Las Condes sin encontrar cómo doblar hacia la izquierda. Entonces doble hacia la derecha en la primera calle que encontré y luego seguí doblando hacia la derecha en las siguientes calles cosa de poder cruzar Apoquindo hacia el sector norte.
Por fin salí a Presidente Riesco y luego a Vitacura. Llegué a la rotonda Perez-Zukovic, me habían dicho que frente a la ‘Sepal’ existían muchos estacionamientos disponibles, pero yo no sabía llegar allí. Ya eran cerca de las 10 de la mañana y me perdí, tomé Vitacura hacia el oriente y definitivamente no estaba cerca de dónde esperaba llegar.
Me desesperé y llamé a la oficina para que me orientaran. Al fin llegué al destino esperado, pero los estacionamientos mas cercanos a la rotonda estaban todos copados, más aún, un inspector municipal estaba cursando partes a los mal estacionados. Tuve que dejar el auto más arriba. Más caminé.
No sé con qué cara llegué al trabajo, pero mi jefa no me dijo nada de lo enojado que venía. Peor aún, estuve todo el día con un dolor de cabeza que ni les explico.
Desde chico me he destacado por mi facilidad para enojarme por tonteras, a tal punto de ganarme apodos como ‘pitufo gruñón’, ‘Elmer el Gruñón’ y más recientemente ‘Kalamardo’.
Producto de un problema en las cañerías de la casa contigua al jardín infantil, este último se inundó y cuando llegamos a dejar a Vicente nos enteramos de todo. Resultado, Vicente ni ningún otro infante podría ser recibido aquel día.
Mi padre estaba unas casas más allá sacando su auto, en estricto rigor yo dejaría mi auto en su casa y él nos dejaría en el metro más cercano.
Qué hacíamos? Saby no podía faltar al trabajo, tenía cosas importantes pendientes que realizar. Decidió entonces llevarlo al trabajo, terminaría sus urgencias y volvería a casa al mediodía. Pero… sacrificar al niño a esas horas de la mañana en ‘Tran-Santiago’? Nika! Entonces lo obvio era ir al trabajo en auto, cosa que no había hecho en mi nuevo puesto.
Desde Diciembre estoy trabajando cerca de la rotonda Perez-Zukovic, pero nunca anduve por estos barrios anteriormente, no sabía cómo llegar, dónde estacionar.
Dejé a mi señora e hijo a las 8:30 hrs. en su trabajo, en el centro y de ahí tenía media hora para llegar a mi trabajo. Hice lo que suponía sería lo mas corto: Tomé la autopista central hacia el norte y luego la Costanera Norte. Craso error.
Si existen en la capital 189 tacos, me metí en todos esos. Eran las 9:00 hrs y yo estaba en Santa María con Pedro de Valdivia en un taco enorme, llamé al trabajo y advertí de mi situación. Traté de salir por una calle local y terminé en otra que venía en dirección poniente… y yo iba al oriente. PLOP!
Bajé, ya medio enojado, me metí en otro taco para tomar calle suecia. Luego de media hora salí y tomé Providencia hacia el oriente. Debía tomar en algún lado Vitacura, pero llegué hasta la municipalidad de Las Condes sin encontrar cómo doblar hacia la izquierda. Entonces doble hacia la derecha en la primera calle que encontré y luego seguí doblando hacia la derecha en las siguientes calles cosa de poder cruzar Apoquindo hacia el sector norte.
Por fin salí a Presidente Riesco y luego a Vitacura. Llegué a la rotonda Perez-Zukovic, me habían dicho que frente a la ‘Sepal’ existían muchos estacionamientos disponibles, pero yo no sabía llegar allí. Ya eran cerca de las 10 de la mañana y me perdí, tomé Vitacura hacia el oriente y definitivamente no estaba cerca de dónde esperaba llegar.
Me desesperé y llamé a la oficina para que me orientaran. Al fin llegué al destino esperado, pero los estacionamientos mas cercanos a la rotonda estaban todos copados, más aún, un inspector municipal estaba cursando partes a los mal estacionados. Tuve que dejar el auto más arriba. Más caminé.
No sé con qué cara llegué al trabajo, pero mi jefa no me dijo nada de lo enojado que venía. Peor aún, estuve todo el día con un dolor de cabeza que ni les explico.
Desde chico me he destacado por mi facilidad para enojarme por tonteras, a tal punto de ganarme apodos como ‘pitufo gruñón’, ‘Elmer el Gruñón’ y más recientemente ‘Kalamardo’.
Ayer fui todos ellos juntos. ¡ñañañañañaña!!!
(Aquí voy manejando rumbo al trabajo)